viernes, 11 de marzo de 2011

Aunque todo salga mal.

-Esta es la cuarta vez.

La débil luz de la cocina iluminaba la cara de Casualidad, y como era de esperar tras el largo y movido día de mudanzas, no podíamos con nuestras almas. Ella mantenía los ojos abiertos por educación hacia mi persona, aunque para sujetar el peso de la cabeza se ayudaba de la mano, cuyo brazo estaba apoyado despreocupadamente en la mesa de madera verde.

-¿Decías?


-Que es la cuarta vez que cambiamos de casa, y la verdad, no sé que pensar, porque a la tercera dijimos que iba la vencida.


-No te preocupes Casualidad, verás como aquí estaremos mejor que en cualquier otro sitio.

-¿Segura?

-No, por supuesto que no, pero si algo va mal ¿qué pasa? ¿vamos a llorar?, ¿lloramos las últimas tres veces acaso?.


-Tú sí.

Y era verdad, cada sitio que abandonábamos me recordaba que en realidad no hay un lugar en el mundo para mí, durante un minuto lloraba, pero después me hacía más fuerte y lo volvía a pensar. Nuestro hueco en el mundo se encuentra allá donde vamos, no tiene nombre fijo, somos nosotros mismos, si somos el instrumento por el que viviremos la vida que nos ha tocado ¿por qué no ser nuestro propio lugar en el mundo?. Mis manos son ahora mismo con las que firmaré mi primer contrato de trabajo, con las que acariciaré la mejilla de la persona que ilumine mis días, mis ojos los mismos que verán a mi pelo enblanquecerse, los mismo con los que veré por primera vez a la persona que complementará mi vida y los que no se podrán controlar por sí mismos para no mirarla a casa segundo. Soy yo misma, mi sitio es aquel que esté al lado de las personas que elijo. El lugar no importa, !bah!, es tan solo allí donde puedo colocar mi chaqueta, guardar todas mis libretas y libros, colocar las fotos, colgar los cuadros, un timbre al que llamar, o un sitio donde dormir, pero ni siquiera eso, podríamos dormir en mitad de un bosque, que ese sería nuestro sitio, nuestro presente al menos, y nuestro futuro ya se vería al amanecer.
¿Qué lugar tendría ahora el honor de ser nuestro sitio en el mundo?, de momento este ático.

-¿Sabes qué Ápice?

-Dime Casualidad...

-Que no me importa si sale bien o mal, porque estoy contigo, y sé que aunque nos quedemos debajo de un puente, nunca me vas a abandonar y tampoco vas a dejar de ser mi ''Pepito Grillo'', gracias Ápice.

-¡Huy qué sentimental te estás poniendo!, tú tienes más sueño que un perezoso, vámonos ya a dormir, que mañana es nuestro primer día aquí y tenemos cientos de cosas que hacer.

Esa noche, Casualidad se acostó en el sofá del salón y yo a su lado sobre el suelo en mi saco de dormir, porque además de no haber elegido todavía habitación, no teníamos ganas de ponernos a buscar la caja de las sábanas y hacer las camas.

Aunque pareciese increíble apenas dormimos, estuvimos hablando hasta bien entrada la madrugada, cuando se nos acababan los temas de conversación nos quedábamos en silencio y nos mirábamos, entonces Casualidad decía alguna tontería, yo le replicaba y terminábamos partiéndonos de risa. Nuestro pequeño ático lo escuchó todo y se familiarizó con nuestras voces, porque le prometimos, con mucha ilusión y sueño(s) quedarnos para darle guerra durante un tiempo...indefinido.

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