viernes, 11 de marzo de 2011

Son nuestros.

Nos faltan por hacer tantas cosas...lo primero, vaciar las cajas y cuando nos sobre tiempo, colgar todos los cuadros, ese souvenir tan hortera, del que te encaprichaste en Londres, ¿te acuerdas?....¿Casualidad?. Sinceramente cuando te hablo, no es que me apasione estar buscándote por toda la casa, no sé si lo sabes, pero...

-19, 20, 21 y 22 ¡22!, eso es ummm...

Casualidad acababa de aparecer por los escalones que dan a nuestro ático, con su libreta y su boli, según ella, ''de la suerte''¿tanto aburro a las personas como para que se pongan a contar escalones?. Sinceramente Casualidad era un caso a parte, se le podía denominar persona, pero otras veces más bien pensaba que era digna de estudiar.

-¿¡Se puede saber por qué no me escuchas cuando te hablo¡?

-¿Acaso has dicho algo interesante hoy?, anda pásame ese metro de ahí que voy a medir el ancho y el largo de los escalones...

-Ni de broma, ahora mismo me vas a ayudar a organizarlo todo.

-Ni lo sueñes, hasta mañana no muevo ninguna de esas cajas.

Casualidad señaló a una familia de cajas, que más que numerosa parecía una plaga, ¿cuántas habría?, ¿treinta?, ¿cuarenta?, ¿en cuántas cajas guardarías tú tu vida?.

-Venga, pásamelo, que es importante, además solo voy a tardar un ápice de segundo.

Mi mirada la fulminó, y aunque ella no lo viera su cabeza estalló en mil pedacitos.

-Lo que faltaba, ahora sí que no te lo doy, eres una, una, una...no me vuelvas a hablar en toda la tarde.

Después de un buen rato sentada encima de las cajas viendo como Casualidad medía los escalones triunfante, vino hacia mi, y me pidió perdón, bueno me pidió perdón a su manera, en su libreta hizo un dibujo de nosotras rodeadas de cajas y en el extremo del papel había escrito:

''Por casualidad, ¿quieres ser mi compañera en esta nueva aventura?''.

-Te perdono.

-¿Te he pedido perdón acaso?.

-Casualidad, nos conocemos... ni tú ni yo soportamos que hagan frases con nuestros nombres, y mucho menos a mala leche...

-Cierto.

Se sentó a mi lado con cautela y nos quedamos mirando a los escalones, quién sabe cuánto tiempo pasamos así ¿treinta?, ¿cuarenta minutos?.

''-Venga, pásamelo, que es importante, además solo voy a tardar un ''ápice'' de segundo.''

De pronto me abochorné de mi misma, avergonzarme de mi propio nombre no tenía perdón.

-Ven Casualidad.

Me asomé a la ventana y le indiqué a mi amiga que se colocara a mi lado.

-¿Qué pasa?

-Chilla tu nombre, venga, dilo bien alto, que todos los que pasen por ahí abajo se enteren, grita tu nombre y acéptalo tal y como es.

-Solo si tú haces lo mismo, ¿lo prometes?.

Me asomé a la ventana e hice algo que los demás calificarían de vergüenza ajena.

-¡¡¡Ápice!!!.

Casualidad se empezó a reír, me miró con cara de complicidad y siguió mis pasos.

-¡¡¡Casualidad!!!.

Nuestros nombres volaron por el aire, hicieron levantar la mirada a más de uno y rozaron caprichosamente los tejados de los edificios cercanos.¡Vaya dos locas que gritan a los cuatro vientos sus ganas de comerse el mundo!.


Ápice .

1 comentario:

  1. Adoro esta historia :3 Me estoy enganchando así que no se te ocurra dejarla, eh? ^^
    YTS/st

    ResponderEliminar

Pásalo por la ranura de su puerta, enseguida se darán cuenta y habrá una nueva pelea por ver quién llega antes ¡Vaya dos!.